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APUNTES

se habían hecho algunos regalos al sultán, á cambio de los favores que continuamente nos hacia, y como cesasen aquéllos después de hecha la paz, comenzó á tratar con alguna dureza á los negociantes españoles, violando, no sólo el tratado, sino también las costumbres recibidas. Pero el humor pacífico de Carlos IV, y la necesidad de no alarmar á la Inglaterra, fueron causa de que se prefiriese solicitar la alianza en los términos imaginados por el ministro español, según refiere él mismo. Rojas Clemente, que ni se había circuncidado, ni era tan astuto y resuelto como Badía, quedó en España, bien á pesar suyo; y Badía sólo se embarcó en Tarifa, y llegó á Tánger al acabar el mes de Junio de 1803, con el nombre de Ali-bey-el-Abbassi, y el traje y apariencia de un príncipe musulmán que pasaba á visitar á sus hermanos de África. Llevaba una geneología muy completa, que probaba ser él hijo de Otoman-bey, príncipe Abbassida y descendiente del Profeta. Con esto y sus instrumentos, su ciencia, y dinero, bastante para lo que pudiera ofrecerse, dio principio Badía á su expedición, digna de ser minuciosamente descrita en estos Apuntes, no sólo por su importancia política, sino tanto ó más aún por el conocimiento que da del estado interior de Marruecos en aquella época asaz cercana de la actual, para que tal conocimiento no sea útil en nuestros días.

Fué el fingido Ali-bey muy bien recibido en Tánger. A dicha vino por entonces á aquella ciudad Muley Suleyman; y habiéndosele presentado Ali-bey con algunos regalos, según costumbre del país, lo acogió también con gran benevolencia, tomándole por quien él suponía ser, sin dificultad alguna. Tenía á la sazón aquel príncipe como unos cuarenta años; su talla era alta y su ro-