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APUNTES

regios desahogos, á no mucha distancia de su corte. Allí residió por algún tiempo ocupado, según él cuenta en sus Memorias, en placeres sencillos y observaciones científicas; pero en realidad poniendo en ejecución los proyectos del príncipe de la Paz con una audacia y una fortuna increíbles. No alcanzó, á la verdad, ni todo aquel favor, ni el grande ascendiente que había adquirido sobre el crédulo y devoto príncipe, que éste se persuadiese de las ventajas de la alianza española. Lejos de eso, comunicó á su confidente Ali-bey que era su intento, así que lograse reducir á los rebeldes que agitaban sus provincias del Atlas, soltar, como él decía, sus perros á los dos mares, y estimular las hostilidades de los moros fronterizos contra nuestros presidios. «Nada llenaría mi alma de contento», le decía el sultán á Badía, transformado en Ali-bey, «como ver cumplida en nuestros días la divina promesa que á este imperio le está hecha de recobrar la España, aunque otro fuese el elegido para tan santa obra, y más que fuese necesario para esto cederle mi corona; tú, mejor que nadie, puedes tomar á tu cargo esta noble empresa»[1]. Radía, colocado en tan extraña situación, entabló tratos entonces con Sidi-Hescham, hijo del xerife Ahmed, y se ofreció á servir de mediador con el gobierno español para que ayudase á éste á conquistar el trono mauritano. Hescham, deseoso de nuestra alianza, llegó á ofrecer, en nombre de su padre, que nos cedería todo el reino de Fez; de suerte, que Tánger, Tetuán, Larache, Arcilla y Salé vendrían desde luego á poder de Es-

  1. Cuenta dada de su vida política, por D. Manuel Godoy, etc. Obra antes mencionada.