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XXV

EL VIEJO CAPITÁN Y SU SUCESOR

Capitán y yo nos hicimos grandes amigos. El era un buen viejo, y un excelente compañero. Jamás pensé en que pudiera abandonarnos y emprender la cuesta abajo; pero le llegó su turno, y diré cómo. No presencié lo ocurrido, y sí sólo lo of referir.

Regresaba Perico con él, de haber hecho una carrera á la estación del ferrocarril central, cuando, entre el Puente y el Monumento, vió el primero venir en dirección á ellos un gran carro de cervecería, vacío, y arrastrado por dos poderosos caballos. El conductor los castigaba con un fuerte látigo hasta que los caballos emprendieron una desesperada carrera, y perdiendo aquél el dominio de ellos, vinieron á estrellarse con el carro contra nuestro coche, que volcaron por completo. Capitán fué revolcado, las lanzas fue-