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Á muerte


profundamente negros y brillantes: mujer de ardientes pasiones y de resuelta voluntad; una de aquellas mujeres que gustan pasar el tiempo haciéndose admirar y juegan con el amor, hasta que se enamoran con la febril ceguera, propia de los temperamentos apasionados.

Al llegar la pequeña división al pueblo, la había visto el coronel Mirlito, y en el acto se había prendado de ella, lo que quiere decir también que apenas tuvo un momento franco, se arregló de modo que muy luego entabló relación con la familia de la joven. Ella cantaba y tocaba el piano, y como el coronel era muy músico, tocando brillantemente el piano y la flauta, no es difícil explicarse cómo se formó el primer eslabón de la simpatía que pronto se profesaron; y esa chispa artística la sopló el tentador supremo hasta producir un incendio... Ya conocemos las consecuencias de esas quemazones!

El coronel no era hombre de haberla prometido casarse para obtener su cariño ilimitado; pero el amor que inspira un militar que no va á permanecer mucho tiempo en un punto, es de rápidas y á veces de funestas consecuencias. Parece que enceguecida la niña por su pasión, cometió actos de ligereza nada propios de la honesta reserva que debe tener una púdica doncella, lo cual llegó á oídos del hermano, que vino entonces á reuuirse á la división, que estaba aun en su propio pueblito, para cerciorarse del caso y tomar las medidas que juzgara apropiadas: no quedándole duda alguna de lo que pasaba entre su hermana y el coronel, aprovechó el incidente del ejercicio para tener en apariencia otro motivo y batirse á muerte con quien andaba en pasos no muy puros con su hermana. Las palabras que había dicho tan sigilosamente al coronel, eran sin duda mencionando el hecho y haciéndole saber que le mandaría sus padrinos.