Página:Canciones Surianas.djvu/35

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Hasta el ave se avergüenza al escucharla
y en el buche esconde trémolos y trinos....
hasta sienten los jaguares al oírla
misteriosos calosfríos,
y las víboras se arrastran hacia ella
por la influencia de su hechizo.
¡Oh buen Pan, guarda tu rústica siringa
que más dulces son las flautas de los indios!

Asombrados los zagales, bajo el toldo
que abre el misericordioso tamarindo,
mientras pacen las ovejas en el prado
y entrechocan sus pitones los cabritos,
se entretienen jubilosos é inocentes
con sus flautas de carrizo;
y en alegre ruedo todos congfregados
son un grupo melancólico de Títiros.

Lenta lenta, triste triste, suave suave,
vuela el alma de las flautas de los indios;
la melena de las frondas se estremece,
se abre un surco luminoso en lo infinito,
sopla tibia y leve ráfaga de viento,
se columpia el gigantesco tamarindo;
y, de pronto, diademada de laureles,
con su túnica de armiño,