Página:Cantico de Navidad.djvu/119

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mónstruo! Por eso así que él deja el pañuelo á otra persona, los dos jóvenes tienen en el hueco de la ventana, detrás de las cortinas, una conferencia particular, en la que ella le dice á él todo lo que le parece.

La sobrina de Scrooge no tomaba parte en el juego. Se habia retirado á uno de los rincones de la sala, y allí estaba sentada en un sillon con lo piés en un taburete, teniendo detrás al aparecido y á Scrooge. En los juegos de enigmas sí que participó. Era muy diestra en ellos, con gran satisfaccion de su esposo, y les sentaba bien las costuras á sus hermanas y eso que no eran tontas: preguntádselo si no á Topper.

Allí habia como veinte personas entre viejos y jóvenes.

Todos jugaban, hasta el mismo Scrooge, quien, olvidando de todo punto que no sería dado, se interesaba en todo aquello, diciendo en alta voz el secreto de los enigmas que se proponian: os aseguro que adivinaba muchas y que la más fina aguja, la de marca más acreditada, la más puntiaguda, no lo era tanto como el ingenio de Scrooge, á pesar del aire bobalicon de que revestia para engatusar á sus parroquianos.

El aparecido gozaba de verle en semejante disposicion de espíritu, y lo contemplaba con aspecto tan lleno de benevolencia, que Scrooge le pidió encarecidamente como