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carlos r. darwin.

zuelo, se necesita una mano completa, porque, como ha hecho notar M. Schoolcraft, el arte de transformar fragmentos de piedra en cuchillos, lanzas, ó puntas de flecha, denota «una habilidad extremada y una larga práctica.» De ello tenemos una prueba en que los hombres primitivos practicaban la division del trabajo; no fabricaba cada individuo de por sí sus herramientas de pedernal ó su tosca vajilla, sino que parece que ciertos individuos se consagraban á esta clase de trabajos, recibiendo sin duda en cambio el producto de la caza. Los arqueólogos están convencidos de que ha debido trascurrir un gran período antes de que nuestros antecesores hayan pensado en desgastar la superficie de los pedernales, llenos de aristas, para hacer herramientas lisas. Un animal que se pareciese al hombre, provisto de una mano y un brazo bastante perfectos para arrojar con precision una piedra, ó para trasformar el pedernal en tosca herramienta, podria indudablemente con una práctica suficiente, realizar casi todo lo que un hombre civilizado es capaz de hacer, tan sólo en lo que concierne á la habilidad mecánica. Bajo este aspecto, puede compararse la conformacion de la mano á la de los órganos vocales, qué sirven en los monos para la emision de diversos gritos ó de cadencias musicales, como se observa en una especie de ellos; mientras en el hombre estos mismos órganos vocales se adaptan, por los efectos hereditarios del uso, á la expresion del lenguaje articulado.

Pasemos ahora á los animales mas afines al hombre, y, por lo tanto, á los mejores representantes de nuestros primitivos antecesores. Las manos de los cuadrumanos están conformadas para diversos usos con arreglo al mismo modelo general que las nuestras, aunque las de aquellos están dispuestas con ménos perfeccion. Sus manos no les sirven tan bien para la locomocion como las