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DE LA RELIGION CHRISTIANA.

taban divirtiendo á un juego que consiste en tirar obliquamente piedrecitas, ó guijarros delgados sobre el agua, de suerte que la piedra rase la superficie, se esconda un poco, como si nadára, y luegos impelida vuelva, á parecer, para esconderse inmediatamente , y rebotar de nuevo. Queda por fin vencedor en este juego aquel, cuya piedra rival á mayor distancia, y da mayor número de botes sobre el agua.

Octavio y yo nos divertiamos con este espectáculo; pero Cecilio muy al contrario estaba algo distante, y al parecer, reflexivo, y disgustado ¿Qué tienes? le dixe: ¿Qué se ha hecho aquella amable alegria, que se manifestaba siempre en tus ojos, y no te huía el rostro, aun en los asuntos mas serios?

No, puedo, negar, me respondió, que la reconvencion que Octavio te ha hecho, me ha tocado en lo vivo; porque tachandote á tí de negligente, me hace á mí pasar plaza de ignorante. Pues esto no ha de quedar así, sino que antes bien Octavio y yo hemos de tratar, á fondo la qüestion. Si te parece bien, yo haré que Octavio, que es de tu misma secta, conozca en breve, que es mucho mas facil disputar como amigos, que conferenciar segun el método de los sábios. Sentémonos, pues, sobre este muelle que hay aquí para resguardo de los baños; y de este modo hablarémos mas á placer.

Sentamonos en efecto, y á mí me pusieron