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tamo; el resto del tiempo lo empleó en alzar las cáscaras de melón que había tirado antes, porque era un paqui- dermo aseado.
Una tarde, al anochecer, se halló de regreso en su casa; recogió la trompa y dijo : « ¿Cómo están Vds.? » Todos parecieron muy contentos, pero le dijeron : « Si vienes otra vez a molestar con tus inacabables pregun- tas, te pegaremos nuevamente. »
— ¡On! — dijo el hijo del Elefante. — Yo creo que Vds. no saben lo que significa pegar; pero yo les en- señaré.
Entonces desenvolvió su trompa y golpeó tan fuerte a dos de sus hermanos que los hizo dar varias vueltas por el suelo.
— ¡Oh Bananes! — dijeron ellos; — ¿dónde has aprendido esa broma, y qué le has hecho a tu nariz?
— Pregunté al Cocodrilo del Limpopo lo que tenía para comer y me dió esto para guardar — respondió el recién llegado.
— Es muy feo — dijo el Babuino.
— Así es, pero en cambio es muy útil, vea : — alzó al Babuino con la trompa y lo metió en un nido de avispas.
Este Elefantito, que se había vuelto malo, trompeó a su familia hasta que todos estuvieron muy acalorados y sorprendidos. Tiró de la cola a su tío el Avestruz; agarró por una pata a su tía la Jirafa y la arrojó entre un zarzal; se acereó a su tío el Hipopótamo y le gritó muy fuerte, y cuando después de comer se acostó a dor- mir la siesta le echó agua en el oído;"pero ningún daño hizo al Kolokolo. — *
Cuando las cosas llegaron a un grado imposible de resistir, toda la familia se dispersó y fué a ver si el Co-
