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A. RIVERO
 

Las siguientes municiones fueron gastadas durante el combate:

Granadas ordinarias de lo pulgadas 14

— perforantes de lo — 3

— ordinarias de 4 — 30

— — de 3 libras 30

— — , de 6 — 22

Total 99

La conducta de todo el personal de a bordo durante la acción fué excelente, y cada oficial y cada hombre cumplió su deber. Muy respetuosamente,

Chas. J. Barclay,

capitán^ comandantei

Al Comandante en jefe*

PARTE OFICIAL DEL COMANDANTE DEL «TERR0R>>

A bordo del monitor el Terror, 2.^ clase; mayo Í3, 1898. En el marj latitud 19^08' Norte, longitud 67° 54' Oeste*

Señor:

Tengo el honor de someterle el informe siguiente, en obediencia al mensaje reci- bido a las nueve y treinta de hoy, y en cumplimiento con el artículo 275 ^^ los Re- glamentos de Marina de los Estados Unidos, 1896:

A las cuatro de la mañana del 12 de mayo, con tiempo claro y sereno, brisa ligera del Este y mar tranquilo, este buque tomó puesto en la columna, a la distan- cia señalada en el plan de combate número dos. Las luces de la ciudad de San Juan de Puerto Rico eran visibles por la proa y a babor, siendo el curso Sursudeste cuarto al Este magnético. Al despuntar el día se divisó tierra alta por la proa hacia estribor. Se tocó diana, se hizo zafarrancho y cada cual fué a su puesto de combate.

A las' cuatro y cincuenta el insignia loiva^ que encabezaba la columna, abrió fuego contra las baterías, con rumbo Este cuarto al Sudeste. Los otros buques, en columna, abrieron fuego tan pronto estuvieron a tiro, disparando el Montgomery y el Detroit^ el primero desde una posición-fuera del fuerte del Cañuelo, y el último debajo del Morro. Los fuertes y baterías contestaron vivamente el fuego de la es- cuadra. El Terror abrió fuego a las cinco y trece con el cañón de seis libras, de es- tribor, seguido inmediatamente por los cañones de la torre de proa, y después por los de popa, tan pronto como estuvimos en línea»

El humo era tan denso debajo del Morro y en el puerto, que suspendí el fuego por algunos minutos y paré el buque para aguardar a que aclarase. Sin embargo, me vi obligado a seguir el combate, y por eso di orden de reanudar la marcha.

Nuestros primeros disparos fueron dirigidos hacia el interior de la bahía, con el intento de alcanzar cualquier buque que hubiera allí anclado; pero con la densidad del. humo no pude distinguir nada. Cuando aclaró, pude ver que no había buques en la bahía, y ya no hice más disparos en aquella dirección.

El Tírror hizo el circuito tres veces, aproximándose cada vez más a las baterías,