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Cuentos Clásicos del Norte

fallecer del todo al rumor de una ráfaga de viento gimiendo entre los árboles, con la idea de que era el soldado de caballería galopando en una de sus excursiones nocturnas!

No eran, sin embargo, más que simples terrores de la noche, fantasmas de la mente del que camina en la obscuridad; y aun cuando Íchabod había visto muchos espectros en diversas ocasiones y había sido más de una vez acechado en diferentes formas por Satán[1] en sus solitarios vagares, la luz del día ponía siempre fin a estas alucinaciones; y habría disfrutado con todo una dichosa existencia, a despecho del diablo y de sus obras, si no se hubiera cruzado en su camino el ser que causa a los mortales perplejidades mayores que todos los espectros, duendes y la raza entera de los brujos reunidos; esto es: una mujer.

Entre los discípulos de música que se reunían una vez por semana en la noche para recibir sus lecciones de salmodia, encontrábase Katrina Van Tássel, hija única de un rico granjero holandés. Era un delicioso pimpollo de dieciocho años, regordeta como una perdiz, sabrosa, suave y de mejillas tan rosadas como uno de los melocotones de su padre; y de fama universal, no sólo por su belleza sino por sus vastas expectativas en el porvenir. Con esto, era un poquitillo coqueta como podía deducirse de su manera de vestir, combinación de la moda antigua y moderna en la forma más apropiada para realzar sus encantos.


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  1. Alusión a la antigua y extendida creencia de quelos espectros, duendes y brujos eran solamente los obedientes vasallos y emisarios del genio de las tinieblas