Página:Cuentos escogidos de los Hermanos Grimm.pdf/241

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
231
Cuentos de Grimm.

la oudiua las injurias mas violentas, mas no sintió respuesta alguna. El agua continuaba tranquila y la luna casi llena la miraba sin hacer el menor movimiento.

231 La pobre mujer no se separaba del estanque; con precipitados pasos y sin descansar daba vueltas á au alrededor, callando unas veces, dando gritos otras y murmurando algunas en voz baja. Faltáronle al fin las fuerzas, se sento en el suelo y cayó en un profundo letargo; bien pronto comenzó á soñar.

Parecíala subir con la mayor inquietud por entre dos masas de rocas; las espinas y las piedras herian sus pies; la luna bañaba su rostro y el viento agitaba sus largos cabellos. Cuando llegó á la cumbre de la montaña, todo cambió de aspecto. El cielo era azul, el aire suave, la tierra descendia en suave pendiente, y en medio de un verde prado, esmaltado todo de flores, vió una bonita cabaña; se acercó á ella y abrió la puerta; en el interior se hallaba sentada una anciana de cabellos blancos, que la hizo una seña con la mayor amabilidad. La pobre mujer despertó en el mismo instante. Era ya de dia y decidió poner en seguida en práctica, lo que su sueño la habia aconsejado. Subió la montaña con gran trabajo y encontró todo lo que habia visto la noche anterior; la vieja la recibió con mucha bondad la indicó una silla donde sentarse.

—Sin duda has tenido alguna desgracia, la dijo, cuando vienes á visitar mi solitaria cabaña.

La mujer la refirió llorando lo que la habia pasado.

—Consuélate, dijo, yo te socorreré. Toma ese peine de oro; espera hasta que llegue la luna llena, entonces vas á la orilla del estanque, te sientas y pasas el peine por tus largos cabellos negros. Cuando hayas concluido, le pones allí al lado y ya verás lo que sucede.