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Salió mi tía
Entró mi tía...

Y ella, alta mancha oscura, agranda, casi sobre mis pupilas, el triángulo amargado de la boca."

Toda esa vaciedad golpea la frente del hombre. ¿Quién me dice que toda esta bruma, como manos, no hizo la cara que tiene hoy?

Las piernas redondeadas le alargaría la nariz olfateante; el golpe en el vientre le robaría los músculos; el fantasma le alborotaría el pelo; la tía que entró y no entró le dejaría un hueco en el espíritu.

Lo que perturbará el libro con una honda sensación de deseo. Lo desequilibrará con lo indefinido que nos obsesiona algún día; que no podemos llenar; que desasosiega el ánimo; que hace pensar en correr a gatas o en beber aguardiente.

Como todos colman el recuerdo con alguna dulzura, es preciso entrar en las suposiciones, buscando el artificio, y dar al Teniente lo que no tuvo, la prima de las novelas y también de la vida, que trae fresco olor de membrillo. Pero la historia no estará aquí: se la ha de buscar en el índice de alguna novela romántica y así tendremos que unas