cion, ¿cómo podeis tratarme asi? ¿ Pero qué me extraña? Contais con mi debilidad; sin embargo, para librarme de vuestras visitas para siempre, bastaria con que os dejase abandonado á la suerle que mereceis.
- ¿Y por qué no me abandonariais á la suerte que merezco?
- ¡Y sois vos quien me lo pregunta! ;qué co- razon debeis tener!
Despues de haber contado el dinero con un aire pensativo y meneando la cabeza, preguntó :
- ¿Es todo esto lo que intentais darme?
- Es todo lo que puedo daros, respondió mi tia. Sabeis que he tenido pérdidas considerables y que soy mas pobre que antes. Ya os lo he di- cho : ¿por qué angustiarme mas con vuestra pre- sencia ?
- Sin duda me he vuelto muy desagradable á la vista, si es eso lo que quereis decir; vivo como un buho.
- En otro tiempo me despojasteis de ma gran parte de mi patrimonio, añadió mi tia; fuisteis la causa de que cerrase mi corazon al mundo por dos años; fuisteis injusto, ingrato, falso y cruel; idos en paz y arrepentios; no añadais nuevos ulirajes a los ya cometidos.
- Si, si; ¡hermosa frase!.. Es preciso sin embargo, que salga de apuros lo mejor que pueda.
A pesar suyo, pareció confundido con las ligri- mas de indignacion que corrian por las mejillas de mi tia, y salió del jardin con un aire descon- tento.
Tomé un sendero que lleva á la cerca, donde me cruzé con el desconocido, como si llegase en el momento en que él se alejalba. Nos observamos re-