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Página:Dellepiane Dos patricias ilustres.djvu/23

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y pesadamente religiosa de este hogar co- lonial, pudiente y de humos y gustos aris- tocráticos, corrieron los días de infancia y adolescencia de la vivaz y despierta Mari- quita; la que, a fuer de hija única habida en edad provecta, formó su espíritu y templó su carácter al mimoso arrullo de sus progenito- res, quienes, a usanza de esos tiempos en que no existían ni escuelas vi maestros para ni- ñas, inculcáronle, por sí mismos, las nociones primarias del saber. Más feliz en esto que mu- chas de sus coetáneas, de no inferior posición social, para las cuales las letras del alfabeto y los signos caligráficos eran algo tan miste- rioso como los geroglíficos egipcios no desci- frados todavía (1), aprendió Mariquita, en

(1) «Entre nosotros no están todavía olvidados, por muy antiguos, los tiempos en que damas muy principales no sabían leer. » (SARMIENTO, Obras, tomo 44, página 9.) « Trasportándonos no más que a principios de este siglo (el xrx), aun en las familias poderosas (pudientes) pre- valecía la costumbre de no enseñar a escribir a las muje- res, y señoras viven aún a quienes sus padres negaron el beneficio de saber leer siquiera. » (SARMIENTO, Obras, tomo