SEGUNDA PARTE
A 12 de Octubre de 1917.
En verdad, esto no fué sino un paréntesis, una simple ausencia de algunos meses hacia la madre patria, y heme aquí, al cabo de medio año, de regreso en la misma Petrogrado, en donde ha- bía yo dejado una revolución que gruñia.
Durante mi ausencia reinó Kerensky—no hay otra palabra—. Fué un singular período de orga- nización violenta, con algo menos de matanzas y más discursos.
En el momento de mi retorno, Kerensky está en camino de seguir la suerte de Kornilov. El reinado de los bolcheviques se perfila y asusta a la gente.
Pero a mí no me espanta.
Mucho me agrada volver a tomar mi puesto de artista en el Teatro Miguel. Lo considero como un puesto de honor, sobre todo si las cir- cunstancias son difíciles,
Por el prestigio de Francia, hasta delante de