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MEMORIAS DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA




III.


Anda discorde el juicio de los moralistas en si es ó no de ejemplar y provecho sacar á plaza las malas acciones, por contraste de la exaltación que ofrece en egregios varones modelo de virtud, y de aquí en los que al estudio de la historia dedican predilecta atención, el criterio también distinto acerca de la consideración ingenua ó el meditado silencio de ciertos hechos que repugna el sentimiento noble y cuya exposición sola mortifica y ofende al amor patrio. v Mi pobre opinión no ha de dirimir la causa; prefiriendo por natural instinto, como á todos sucede, el elogio á la censura, en la distribución al azar de los trabajos de esta docta Asamblea, me ha tocado el esbozo de una figura odiosa. Cumpliré el encargo recibido con arreglo á mi leal aunque escaso saber, sin recargar las tintas oscuras, sin atenuar tampoco las sombras, presentando en su horrible fealdad el cuadro, y la Academia, en su delicada estimación, decidirá si la pintura es de aquellas que se guardan en su archivo, reservadas al conocimienta de los pocos, ó si hay en ella algo que á los muchos pueda servir de enseñanza.

De cualquier modo, bueno es anotar que D. Diego de Peñalosa Briceño no es, fuera de España, desconocido. Al publicarse en Francia las Memorias y documentos para la historia de los establecimientos de Ultramar, con auto-biografía del gobernador que fué del reino de Nuevo Méjico, se insertaron íntegros los memoriales y las propuestas que presentó al Rey Luis XIV, ofreciéndole arrojar á los españoles de la Nueva España, con ilustraciones que esclarecen los pasos que dio en la corte de aquel Soberano, las relaciones que le ayudaron en la gestión de ese y otros asuntos y los sucesivos proyectos que discurrió, enlazados con los de Cavelier de la Salle. Mr. John Gilmory Shea ha traducido al iüglés estos documentos, dándolos ala estampa en Nueva -York por complemento de la relación que ya he citado, de manera, que es de notoriedad universal el