Página:Don Segundo Sombra (1927).pdf/187

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 185 —

de alarma. También yo sentía un presagio de hostilidad.

No sé por Cruzábamos unas lagunitas secasqué pensé en lagunas, dado que ninguna diferencia de nivel existía con el resto de la pampa.

—¡Campo bruto!

1 — dije otra vez, como contestando a un insulto imaginario.

De atrás de unos junquillales voló de golpe una bandada de patos, apretada como tiro de munición. El bayo Comadreja plantó los cuatro vasos, en una sentada brusca, y bufó a lo mula. Quedamos todos quietos, en un aumento de recelo.

Atrás de los junquillales, vimos azulear una chapa de agua como de tres cuadras. Volaron bandurrias, teros reales y chajás. Parecían tener miedo y quedaron vichándonos desde el otro lado del charco. Sabían algo más que nosotros. ¿Qué?

Garúa trotó dando un rodeo, seguida por Comadreja, y bajó hacia el agua.

Nosotros quedamos a orillas del pajonal.

El barro negro que rodeaba el agua, parecía como picado de viruelas. Miles de agujeritos se apretaban en manada unos contra otros. Unos pocos cangrejos paseaban de perfil, como huyendo de un peligro. Me pareció que el suelo debía de sufrir como animal embichado.