Página:Don Segundo Sombra (1927).pdf/206

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 204 —

De pronto, una franja azul entre las pendientes de dos médanos. Y repechamos la última cuesta.

De abajo para arriba, surgía algo así como un doble cielo, más oscuro, que vino a asentarse en espuma blanca, a poca distancia de donde estábamos.

Llegaba tan alto aquella pampa azul y lisa que no podía convencerme de que fuera agua. Pero unas vacas galopaban por la costa misma y mis compañeros se precipitaron arena abajo hacia ellas. Me hubiera gustado quedar un rato, si más no fuera, contemplando el espectáculo vasto y extraño para mis ojos. Más vale no hacerse el gusto, que pasar por pazguato y arremetí también contra las bestias.

En la arena mojada de la orillita, dura como tabla, corríamos a lo loco. Mi Moro se hizo ver tomando la punta, descontando la ventaja que le llevaban.

Por momentos nos acercábamos. Los chúcaros corrían como gamas y, al verse apareados, se sentaban gambeteando de lo lindo. Para mejor estaban más delgados que parejeros. Errábamos los topes a porrillo. Por fin un toro, más haragán o más pesado, cayó entre el alazán y el overo.

Lo paletearon hasta echarlo por entre los médanos.