Página:Don Segundo Sombra (1927).pdf/299

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 297 —

XXII.

Sintiéndome merecedor de los mismos apodos que el herrero viejo, ensillé a la madrugada uno de mis tres caballos. Poca cosa para un resero.

¿Cómo me iba a ganar la vida? Nadie querría conchabarme en tal estado de inutilidad. Un gaucho de a pie es buena cosa para ser tirada al zanjón de las basuras.

La mañana no decía ni palabra. El vacaje que debía haber en esos campos, vista su riqueza en pastos, no había comenzado a vivir todavía y a gatas unos pajaritos cantaban bajito, como una canilla que gotea.

Un cielo gris, arrugado como las arenas de la playa que conocí en los malos pagos de mis aventuras, anunciaba tormenta. La tormenta que sen-