Página:Don Segundo Sombra (1927).pdf/303

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 301 —

sin gastarme de entrada, y lo rematé de vuelta con unos tirones bien sentidos.

—Ganaste una — me dijo el patrón.

Y aunque no respondí nada, me sentí como abochornado. Me creía en verdad capaz de ganar algunas, que no se me presentaran tan fáciles.

Por cierto, los bayos resultaron menos duros de pelar de lo que podían haber sido, mediando peor suerte. Corcoveaban por derecho o sin mayor empeño y ya casi me estaba dando vergüenza y ganas de buscarles pleito, cuando uno, el quinto, vino a desantojarme en tanto cuanto podía pedir.

El patrón se sonreía.

Dado que el bicho era uno de los que servían de pago por el trabajo, malicié una celada. ¿Cómo, si no tenía algún defecto o maña de chúcaro, lo habían elegido para deshacerse de él, siendo el de mejor presencia?

No queriendo pasar por sonso, dije fuerte al hombre del tostado:

—Este es el de probar los forasteros ¿no?

El paisano no respondió sino meneando la cabeza y el patrón conservó su sonrisa. Muy bien.

¿Querían a la bruta?... pues a la bruta andaríamos. Pero la jugada estaba hecha verdaderamente con picardía, pues siendo el potro uno de los