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se puede hallar no son patacones, señor, pero cosas de la vida.

El domador se levantó, me palmeó la espalda y se fué, de pronto enmudecido. Yo me quedé muy blandito.

Y qué diablos me había venido a mí de golpe, para que quisieran que me quedara y me palmearan el lomo y me anduvieran con miramientos?