Esta página no ha sido corregida
— 309 —
se puede hallar no son patacones, señor, pero cosas de la vida.
El domador se levantó, me palmeó la espalda y se fué, de pronto enmudecido. Yo me quedé muy blandito.
Y qué diablos me había venido a mí de golpe, para que quisieran que me quedara y me palmearan el lomo y me anduvieran con miramientos?