Página:Don Segundo Sombra (1927).pdf/322

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 320 —

hombre. Ustedes son testigos todos de que yo lo he provocao.

Antenor, a caballo, huía.

Bañado el vientre y las piernas en sangre, el forastero comenzaba a ponerse duro. Un paisano repetía furioso:

—Porquería... nos alabamos de ser cristianos y a lo último somos como perros... sí, como perros.

Otro, más tranquilo y más pensativo, alegaba:

—Nos mata el orgullo, amigo. Cuando un hombre nos insulta, lo mejor que podríamos hacer es llamarnos Juan. Pero tenemos nuestro orgullo, que nos hace querer hablar mah'alto, y una palabra trai otra y al fin no queda más que el cuchillo.

—. . .Sí, señor; como perros somos y muy conformes estamos por llamarnos cristianos...

—Yo dijo mi padrino he tenido más de muchas de estas diferencias, con hombres que eran o se craiban malos y nunca me han cortao..ni tampoco he muerto a naide, porque no he hallao necesidá. Con todo, el mocito que se ha desgraciao no lleva culpa. La pelea en güena ley, asigún el mesmo desafío del finao, debió concluir donde lo cortaron, -