Página:Don Segundo Sombra (1927).pdf/351

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 349 —

Como fuéramos por llegar, comenzó a preocuparme mi vestuario. Nada había mudado de mis pilchas; sólo quise renovar mi chiripá, mis botas, mi chambergo, una camisa y el pañuelo del pescuezo, para estar paquete, eso sí, pero conservando mi traje de paisano.

Olvidando el buen rato pasado con Don Pedro, volvió a acongojarme mi situación.

Antes, es cierto, fuí un gaucho, pero en aquel momento era un hijo natural, escondido mucho tiempo como una vergüenza. En mi condición anterior, nunca me ocupé de mi nacimiento; guacho y gaucho me parecía lo mismo, porque entendía que ambas cosas significaban ser hijo de Dios, del campo y de uno mismo. Así hubiese sido hijo legítimo, el hecho de poder llevar un nombre que indicara un rango y una familia, me hubiera parecido siempre una reducción de libertad; algo así como cambiar el destino de una nube por el de un árbol, esclavo de la raíz prendida a unos metros de tierra.

Volví a pensar en que iba a ver un hombre rico y que yo era lo que los ricos tienen por la deshonra de una familia.

¡Malhaya!

Nos apeamos en el palenque de los peones, en-