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la energía pronta para ser empleada, allí mismo, sin dilaciones ni mermas.

¡Qué distinto era eso de barajar imágenes de lo pasado! Yo había vivido como en una eterna mañana, que lleva la voluntad de llegar a su mediodía, y entonces, en aquel momento, como la tarde, me dejaba ir hacia adentro de mí mismo, serenándome en la revisión de lo que fué.

Como un arroyo que se encuentra con un remanso, daba vueltas y me sentía profundo, lleno de una pesada quietud.

Me cansé de hablar y de removerme el alma.

Callé un rato largo.

Mi compañero se había dormido. Mejor. Ahí estaba la noche, de quien me sentía imagen.

Morirme un rato...

Hasta que la raya de la luz de la aurora, viniera a tajearme a lo largo los párpados.