Página:Don Segundo Sombra (1927).pdf/59

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
— 57 —

comer, si veía nadar unos palitos en la boca de plata. Desagradablemente me acordé de mis tías. ¿Pa qué servían las mujeres? Pa que se divirtieran los hombres. ¿Y las que salían fieras y gritonas? Pa la grasería seguramente, pero les andaban con lástima.

El patrón me preguntó de dónde era, si tenía familia, y si hacía mucho que salía a trabajar. Contesté aproximadamente la verdad de miedo de pisar en alguna trampa y ser mandado al pueblo.

—¿Qué edad tenés?

—Quince años — contesté, agregándome uno.

—'Sta bien.

Sonaron los últimos chupetazos en la bombilla.

—No cebés más... Volvete pa la cocina y mandámelo a Valerio.

Hubo gran contento en la cocina después de la comida. Al día siguiente sería domingo y la gente preparaba su ida al pueblo. Los muchachos se daban bromas precisas, siendo conocidos los amoríos de cada uno. Los que tenían familia se iban esa misma noche, para volver el lunes de madrugada. Los puesteros tal vez se decidieran también al viajecito para hacer alguna compra necesaria; pero los más quedarían de seguro en sus ranchos, "haciendo sebo", o vendrían a las