Página:Don Segundo Sombra (1927).pdf/84

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 82 —

Sin moverme, dejé pasar la tropa. Los novillos caminaban con pausa y sin cansancio. Unos pocos balaban, mirando hacia la estancia. De vez en cuando, una cornada producía un hueco de algunos metros que volvía a rellenarse, y la marcha seguía pausada, sin cansancio. Al enfrentarme, las bestias hacían una curva a distancia, observándome desconfiadamente. Muchos se detenían, las narices levantadas, olfateando con curiosidad.

Absorto en el movimiento de las paletas fuertes y el cabeceo rítmico, esperé a los troperos. El sol matinal, pegando de soslayo en aquellos cuerpos, dorábales el perfil de un trazo angosto y las sombras se estiraban sobre el campo, en desmesurada parodia.

Pronto me vi envuelto en un asalto de bromas.

—'Stan muy amontonaos pa contarlos reía Pedro Barrales.

—No, si está eligiendo la res pa ponerle el lazo — contestábale Horacio.

—¡Mozo!

gritó Valerio si se me hace que ya lo veo atravesao sobre del recao y con las nalgas p'arriba pa que lah'alivee el frescoretruqué de— —Me están boliando parao, jenmé siquiera que corra un poco.

— 1 1 1