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Por eso he vinio hoy,
Cara é cielo, y ya me voy.
—¿Tan pronto?—Si, dueño amao,

Mañana po allá á las dos
Si Dios consiente, vendré.
—Y yo aquí te esperaré:
Con que ven sin falta.—A Dios


III.



Era una tarde del Abril riente
Rica de paz, de luz y de armonía;
En que el Sol de los trópicos ardiente
Del horizonte en brazos se extinguia.

Del campo ameno la feraz llanura
En risueña estension se prolongaba,
por límites teniendo una cintura
De verdes cerros do la luz trepaba.

Fácil el aura su frescor vertia