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Así se duerme la niña
Sobre la mullida yerba,
Cansada ya de llorar
Sus amarguras y penas;
Sin cuidarse de la noche
Que á paso lento se acerca.
Y mientras duerme tranquila,
Riza su labio, halagüeña
Una sonrisa purísima
Que su inocencia revela.
¡Quizás un plácido sueño
De amor su mente recrea
Y en dulces delirios goza
Lo que padece despierta!
Aparécese entre tanto,
Cual si por encanto fuera,
Al lado de Flor un hombre
De cara insultante y seria,
Que mudo como una estatua
Sonriéndose la contempla.
Despues de una breve pausa
Rompe el silencio su lengua:
—Al fin caiste en mi mano,
(La dice) y no te valdrán
Los esfuerzos de tu Juan;
Que todo empeño es en vano.
Hace ya tiempo que no
Te pierdo pié ni pisada;