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LA TORMENTA.[1]
¡A ella!
Que crujan los vientos, desátese el cielo,
Y horrible borrasca con negros furores
Los mundos espante, devaste su suelo,
Arranque las plantas, destruya las flores:
Que al orbe azorado los rayos atruenen,
Del viento nos hieran agudos silbidos,
Volcanes y mares rugiendo resuenen
Y lleguen al cielo sus roncos bramidos:
- ↑ (t) Véase la nota de la página 183.