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Tierno el moro suspiró,
Y la hermosa castellana
Llorando así respondió:
¡Tú eres moro.... yo.... cristiana!

Y siguieron caminando
Su destino maldiciendo,
El moro de amor muriendo,
La cristiana suspirando.

II.

En Córdoba la opulenta.
La de los cien minaretes,
La de la árabe mezquita
Y la de doradas fuentes,
La de alcázar oriental;
En la sultana que tiene
Por esclavos los cristianos
Y por sus señores Reyes,
Ya casi al morir el dia
Entran los treinta ginetes;