Página:El Cardenal Cisneros (03).djvu/6

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cualquier violencia para traer á la fe, mandando que no se recibiese en ella sino á aquellos que la habian deseado con voluntad libre y sincera, después de madura deliberación. Cisneros replicaba que era preciso aniquilar la secta en el momento en que empezaba á enflaquecer antes que sus dispersas partes se volvieran á unir y coligar estrechamente, añadiendo que, después de todo, se hacía un beneficio á aquellas almas rebeldes y desidiosas, poniéndolas en camino de salud y haciéndolas ganar á Jesucristo.

Así, para aterrar á los Moros, se empleaban procedimientos verdaderamente inquisitoriales, lo mismo con los humildes que con los poderosos, con éstos con preferencia, para que el ejemplo tuviera eficacia. Distinguíase éntrelos Moros por su estirpe, que era Real, por su valor y por su entendimiento, uno llamado el Zegrí Azaator, que se señaló además por su obstinación en seguir en su ley, á pesar de la elocuencia y de los regalos de Cisneros, por lo cual éste, dejada aparte toda humanidad, según se expresa Luis del Mármol en su Rebelion y castigo de los moriscos, dispuso que uno de los Capellanes que le acompañaban se encargase de ablandar carácter tan empedernido, y el tal, llamado Pedro de León, que lean era, dice un cronista jugando con el equívoco, así de corazón como de nombre, al cabo de algunos dias presentó trasformado el altivo moro, quien dijo al Arzobispo que la noche anterior Alá se habia dignado aparecérsele para manifestarle el error en que estaba y mandarle que al punto recibiera las aguas del bautismo, si bien mezclando lo festivo á lo grave, añadia, señalando á su celoso guardián: Para reducir á los moros mas obstinados, no tiene V. R. más que entregarlos á este León, gue no quedará musulmán que no se haga cristiano en pocos dias. ¡Tan persuasivos y eficaces debían de ser sus argumentos, allá en la oscuridad del calabozo!

El ejemplo del Zegrí decidió á muchos, á tantos como antes los razonamientos y dádivas del Arzobispo, que acaso entre los humanos, fuera de las conversiones que hiciera la gracia divina, no es menor el número de pusilánimes que el de los codiciosos. Todavía avanzó más Cisneros, deseoso de borrar hasta la última huella de dominaacion árabe en España, y fué mandar traer todos los Alcoranes y libros que hicieran relación á la doctrina para alimentar con ellos una inmensa hoguera, á pesar de los grandes ruegos que se le hicieron para conservar algunos. Este tremendo auto de fe forma, á cierta distancia de tiempo, como las represalias que se