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El clima, salubre á pesar de su humedad extraordinaria, presenta como único inconveniente un poco de paludismo en las tierras muy bajas. La escarcha de algunas noches invernales, no causa frío sino hasta que sale el sol, y el promedio de la temperatura viene á dar una primavera algo ardiente. Viento apenas hay, fuera de las turbonadas en la selva. Neblinas que son diarias durante el invierno, envuelven en su tibio algodón á las perezosas mañanas. Ahogan los ruidos, amenguan la actividad, retardan el día, y su acción enervante debe influir no poco en la indolencia característica de aquella gente subtropical.

Cerca de mediodía, aquel muelle vellón se rompe. El cielo se glorifica profundamente; verdean los collados; silban las perdices en las cañadas; y por el ambiente, de una suavidad quizá excesiva, como verdadero símbolo de aquella imprevisora esplendidez, el morpho Menelaus, la gigantesca mariposa azul, se cierne lenta y errátil, joyando al sol familiar sus cerúleas alas.

A la tarde el espectáculo solar es magnífico, sobre los grandes ríos especialmente, pues dentro el bosque la noche sobreviene brusca, apenas disminuye