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cámara de Lucifer, sobre unas palabras mayores que tuvimos; que también entre los diablos hay libro del duelo, porque el autor que le compuso es hijo de vecino del infierno. Pero mucho más nos podemos entretener por acá, y más si pones los ojos en aquellos dos ladrones que han entrado por un balcón en casa de aquel estranjero rico, con una llave maestra, porque las ganzúas son a lo antiguo, y han llegado donde está aquel talego de vara y media estofado de patacones (1) de a ocho, a la luz de una linterna que llevan, que, por ser tan grande y no poder arrancalle de una vez, por el riesgo del ruido, determinan abrille, y henchir las faltriqueras y los calzones, y volver otra noche por lo demás; y comenzando a desatalle, saca el tal estranjero (que estaba dentro dél guardando su dinero, por no fialle de nadie) la cabeza, diciendo: "Señores ladrones, acá estamos todos", cayendo espantados uno a un lado y otro a otro, como resurreción de aldea, y se vuelven gateando a salir por donde entraron.

—Mejor fuera—dijo don Cleofás—que le hubieran llevado sin desatar en el capullo de su dinero, porque no le sucediera ese desaire, pues que cada estranjero es un talego bautizado; que no sirven de otra cosa en nuestra república y en la suya, por nuestra mala maña. Pero ¿quién es aquella abada (2) con camisa de mujer, que no solamente la cama le viene estrecha, sino la casa y Madrid, que (1) Moneda de real de plata.

(2) Rinoceronte.