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por el dormitorio no podía verdaderamente considerarse como prueba del robo. En cuanto al joven soldado Esipaka, víctima del robo, estaba enfermo y se encontraba en el hospital.

Finalmente fueron introducidos el presunto ladrón y el intérprete. Ambos entraron tímidamente, con una prudencia exagerada, y se detuvieron cerca de la puerta. Kozlovsky les ordenó que se acercaran. Anduvieron dos o tres pasos.

—Vuestros nombres ?—preguntó el oficial.

El intérprete, con voz alta y viva, dió su nombre, un nombre larguísimo, lleno de sílabas, como "ogli", "guirrey" y "mioza".

Baygusin guardaba silencio y, con la cabeza baja, contemplaba el suelo.

—No entiende el ruso—dijo Kozlovsky—. Explícale la pregunta.

El intérprete se volvió hacia Baygusin y le dijo algo en tártaro, muy animadamente. Baygusin alzó los ojos hacia él y le miró con tristeza y resignación, como los monos pequeños miran a sus amos. Después de reflexionar un instante. pronunció con tono indiferente:

—Muhamed Baygusin.

—Ya está, mi teniente: Muhamed Baygusincreyóse obligado a confirmar el intérprete.

—Pregúntale si ha "cogido" él las botas al soldado Esipaka.

El joven oficial no tuvo valor para pronunciar la palabra "robar", como demasiado insultante para Baygusin.