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Página:El hombre de la situación.pdf/17

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6 EL HOMBRE

ra encontró al tio Paco, otro andaluz como el viejo y noble.

—¡Compadre Fulgencio!

—Compadre Paco: el Dios mas grande, que es el Dios de los andaluces, me ha deparado á su merced.

—En qué puede servirle mí mucha nobleza, contestó el tio Paco.

—Friolerilla, compae, en enviar á este pimpollo á la América á que recoja un poquillo de oro.

—Que ni mandao hacer compae, conforme, y venga el muchacho.

—Bien entendío compae que el muchacho ha dir como quien es, no se diga que un nieto de Julio García y de Adan va ansí como quiera.

—Ni por pienso, compae: cabalito que no dilata ni un hora en marcharse el virey de México.

—Pues al lance compae, con el virey de México dijo el tio Fulgencio dando una palmada con el reverso de la mano izquierda en la palma de la mano derecha.

—Un momento compae, interrumpió el tio Paco: ¡cabalito! que va de piloto del barco ñor Cristóbal Colon, y en dos palabras el chico Fulgencio se va con el virey, y ya verá uté compae hasta capitán no ha de pará.

—Vivo, por Jesú, compae; mientra yo le digo cuatro cosa á Fulgencio el chico y le doy la bendicion.

El campadre Paco corrió á bordo del barco que se