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Página:El hombre mediocre (1913).pdf/228

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José Ingenieros

achicamiento moral. Al período expansivo sucede el de concentración; la incapacidad para el asalto perfecciona la defensa. La insensibilidad física se acompaña de analgesia moral; en vez de participar del dolor ajeno, el viejo acaba por no sentir ni el propio; la ansiedad de prolongar su vida parece advertirle que una fuerte emoción puede gastar energía, y se endurece contra el dolor, como la tortuga se retrae bajo su caparazón cuando presiente un peligro. Así llega á sentir un odio oculto por todas las fuerzas vivas que crecen y avanzan, un sordo rencor contra todas las primaveras.

La psicología de la vejez denuncia ideas obsesivas y absorbentes. Todo viejo cree que los jóvenes le desprecian y desean su muerte para suplantarle. Traduce tal manía por hostilidad á la juventud, considerándola muy inferior á la de su tiempo, así como las nuevas costumbres á que no puede adaptarse. Aun en las cosas pequeñas exige la parte más grande, contrariando toda iniciativa, desdeñando las corazonadas y escarneciendo los ideales, sin recordar que en otro tiempo pensó, sintió é hizo todo lo que ahora considera comprometedor ó detestable.

Ésa es la verdadera psicología del hombre que envejece. La edad «atenúa ó anula el celo, el ardor, la aptitud para creer, descubrir ó simplemente saborear el arte, para tener la curiosidad despierta. Omito las rarísimas excepciones que exigirían, cada una, un examen particular. Para la mayoría de los hombres, el debilitamiento vital su