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José Ingenieros

algunos lo fueron á pesar de ella; muchos fueron por la enfermedad sumergidos en la sombra.

Ameghino, como todos los que piensan mucho é intensamente, se contradijo muchas veces en los detalles, aunque sin perder nunca el sentido de su orientación global. Cuando las circunstancias convergen á ello, el genio especulativo nace recto desde su origen, como un rayo de luz que nada tuerce ó empaña. Basta oirlo para reconocerlo: todas sus palabras concurren á explicar un mismo pensamiento, á través de cien contradicciones en los detalles y de mil alternativas en la trayectoria; parecen tanteos para cerciorarse mejor del camino sin romper la equilibrada coherencia de la obra total: esa harmonía de la síntesis que escapa á los espíritus subalternos. Ameghino converge á un fin por todos los senderos; nada le desvía. Mira alto y lejos, va derechamente, sin las prudencias que traban el paso á las medianías sin detenerse ante los mil interrogantes que de todas partes le acosan para distraerle de la Verdad que le entreabre algún pliegue de sus velos.

La verdadera contradicción, la que esteriliza el esfuerzo y el pensamiento, reside en la deshilvanada heterogeneidad que empalaga las obras de los mediocres. Viven éstos con la pesadilla del juicio ajeno y hablan con énfasis para que muchos les escuchen aunque no les entiendan; en su cerebro anidan todas las ortodoxias, no atreviéndose á bostezar sin metrónomo. Se contradicen forzados por las circunstancias: los rutinarios serían