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El hombre mediocre

convicciones no es, no puede ser, nunca, absolutamente, un hombre genial.

Ni lo es tampoco el que concibe un bien y no lo practica. Sin unidad moral no hay genio. El que predica la verdad y transige con la mentira, el que predica la justicia y no es justo, el que predica la piedad y es cruel, el que predica la lealtad y traiciona, el que predica el patriotismo y lo rebaja, el que predica el carácter y es servil, el que predica la dignidad y se arrastra, todo el que usa dobleces, intrigas, humillaciones, esos mil instrumentos incompatibles con la visión de un ideal, ese no es genio, está fuera de la santidad: su voz se apaga sin eco, no repercute en el tiempo, como si resonara en el vacío.

El portador de un ideal va por caminos rectos, sin reparar que sean ásperos y abruptos. Sarmiento no transige nunca movido por vil interés; repudia el mal cuando concibe el bien; ignora la duplicidad; ama en la Patria á todos sus conciudadanos y siente vibrar en la propia el alma de toda su nación y de todo el continente; tiene sinceridades que dan escalofríos á los hipócritas de su tiempo y dice la verdad en tan personal estilo que sólo puede ser palabra suya; tolera los errores ajenos, recordando los propios; se encrespa ante las bajezas, escribiendo páginas que tienen ritmos de apocalipsis y eficacia de catapulta; cree en sí mismo y en sus ideales, sin compartir los prejuicios religiosos y sectarios de fanáticos que le acosan con furor, de todos los costados. Tal fué la culminan