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El hombre mediocre

y se buscan de cualquier manera, desatados sin freno; para éste deben ser elegidos y dignificados por un sello de armonía. La originaria moral de Epicuro es toda refinamiento: su creador vivió una vida honorable y pura. Su ley es buscar la dicha y huir el dolor, prefiriendo las cosas que dejan un saldo á favor del primero. Esa aritmética de las emociones no es incompatible con la dignidad, el ingenio y la virtud, que son perfecciones ideales; permite practicarlas, si en ellas puede encontrarse una fuente de placer.

En otra moral helénica encuentra sus moldes perfectos el idealismo experimental. Zenón dió á la humanidad una suprema doctrina de virtud heroica. La dignidad se identifica con el ideal: no conoce la historia más bellos ejemplos de conducta. Séneca, digno en la corte del propio Nerón, además de predicar con arte exquisito su doctrina, la aplicó con bello coraje en la hora extrema. Solamente Sócrates murió mejor que él, y ambos más dignamente que Jesús. Son las tres grandes muertes de la historia.

La dignidad estoica tuvo su apóstol en Epicteto. Una convincente elocuencia de sofista caldeaba su palabra de liberto. Vivió como el más humilde, satisfecho con lo que tenía, durmiendo en casa sin puertas, entregado á meditar y educar, hasta el decreto que proscribió de Roma á los filósofos. Enseñó á distinguir, en toda cosa, lo que depende y lo que no depende de nosotros. Lo primero nadie puede cohibirlo; lo demás está subordinado á

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