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Capítulo LI.

biernas como si fueses hombre, y que eres hombre como si fueses bestia, segun es la humildad con que te tratas: y quiero que ad- viertas, Sancho, que muchas veces conviene y es necesario por. la autoridad del oficio, ir contra la humildad del corazon, porque el buen adorno de la persona que está puesta en graves cargos, ha de ser conforme a lo que ellos piden, y no a la medida de lo que su humilde condicion le inclina. Vistete bien, que un palo compuesto no parece palo: no digo que traigas diges ni galas, ni que siendo juez te vistas como soldado, sino que te adornes con el hábito que tu oficio requiere, con tal que sea limpio y bien com- puesto. Para ganar la voluntad del pueblo que gobiernas, entre otras has de hacer dos cosas: la una, ser bien criado con todos, aunque esto ya otra vez te lo he dicho; y la otra, procurar la abun- dancia de los mantenimientos, que no hay cosa que mas fatigue el corazon de los pobres que la hambre y la carestia. TOMO II. No hagas muchas pragmáticas, y si las hicieres, procura que sean buenas, y sobre todo que se guarden y cumplan, que las prag- máticas que no se guardan, lo mismo es que si no lo fuesen; an- tes dan å entender que el Príncipe que tuvo discrecion Y autori- dad para hacerlas, no tuvo valor para hacer que se guardasen: y las leyes que atemorizan y no se ejecutan, vienen a ser como la viga, rey de las ranas, que al principio las espanto, y con el tiem- po la menospreciaron y se subieron sobre ella. Se padre de las virtudes, y padrastro de los vicios. No seas siempre riguroso, ni siempre blando, y escoge el medio entre estos dos estremos, que en esto está el punto de la discrecion. Visita las cárceles, las car- necerías y las plazas, que la presencia del gobernador en luga- res tales es de mucha importancia. Consuela a los presos que esperan la brevedad de su despacho. Se coco a los carniceros, que por entonces igualan los pesos, y se espantajo á las placeras por la misma razon. No te muestres (aunque por ventura lo seas, lo cual yo no creo) codicioso, mugeriego, ni gloton, porque en sabiendo el pueblo y los que te tratan tu inclinacion determi- nada, por allí te darán batería, hasta derribarte en el profundo de la perdicion. Mira y remira, pasa y repasa los consejos y do- cumentos que te di por escrito antes que de aquí partieses á tu go- bierno, y verás como hallas en ellos, si los guardas, una ayuda de costa que te sobrelleve los trabajos y dificultades que a cada paso a los gobernadores se les ofrecen. Escribe & tus señores, y muéstrateles agradecido, que la ingratitud es hija de la soberbia

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