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Capítulo LIV.

táronse las mucetas ó esclavinas, y quedaron en pelota, y todos ellos eran mozos y muy gentiles hombres, escepto Ricote, que ya era hombre entrado en años. Todos traian alforjas, y todas, como segun pareció, venian bien proveidas, á lo menos de cosas incitati- vas y que llaman á la sed de dos leguas. Tendiéronse en el sue- lo, y haciendo manteles de las yerbas, pusieron sobre ellas pan, sal, cuchillos, nueces, rajas de queso, huesos mondos de jamon que si no se dejaban mascar, no defendian el ser chupados. Pusieron asi- mesmo un manjar negro que dicen que se llama cabial, y es hecho de huevos de pescados, gran despertador de la colambre: no falta- ron aceitunas, aunque secas y sin adobo alguno, pero sabrosas y en- treteni pero lo que mas campeó en el campo de aquel banque- te, fueron seis botas de vino, que cada uno sacó la suya de su al- forja: hasta el buen Ricote, que se habia transformado de Morisco en Aleman, ó en Tudesco, sacó la suya, que en grandeza podia competir con las cinco. Comenzaron á comer con grandísimo gus- to y muy despacio, saboreándose con cada bocado, que le tomaban, con la punta del cuchillo, y muy poquito de cada cosa, y luego al punto todos á una levantaron los brazos y las botas en el aire, pues- tas las bocas en su boca, clavados los ojos en el cielo, no parecia sino que ponian en él la puntería, y desta manera meneando las ca- bezas á un lado y á otro, señales que acreditaban el gusto que re- cebiań, se estuvieron un buen espacio, trasegando en sus estóma- gos las entrañas de las vasijas. Todo lo miraba Sancho, y de nin- guna cosa se dolia ¹; antes por cumplir con el refran que él muy bien sabia, de cuando á Roma fueres, haz como vieres, pidió á Ri- cote la bota, y tomó su puntería como los demas, y no con menos gusto que ellos. Cuatro veces dieron lugar las botas para ser em- pinadas, pero la quinta no fué posible, porque ya estaban mas en- jutas y secas que un esparto, cosa que puso mustia la alegría que hasta allí habian mostrado. De cuando en cuando juntaba algu- no su mano derecha con la de Sancho, y decia:-Español y Tudes- qui tuto uno bon compaño³, y Sancho respondia,-bon compaño ju-

1 Alusion al romance antiguo que empieza:

Mira Nero de Tarpeya
A Roma como se ardia:
Gritos dan niños y viejos,
Y él de nada se dolia.

2 Espresion italiana, introducida en nuestra lengua para significar un hombre condescendiente, so-

ciable, amigo de tratarse bien, y de comer y beber con sus amigos.