diente, el cual estando avisado de su señor tio de los que habian de entrar con él en aquel dia en el aposento de la cabeza, le fué fácil responder con presteza y puntualidad á la primera pregunta: á las demas respondió por conjeturas, y como discreto discretamente. Y dice mas Cide Hamete, que hasta diez ó doce dias durô esta mara- villosa máquina; pero que divulgándose por la ciudad que Don An- tonio tenia en su casa una cabeza encantada, que á cuantos le pre- guntaban respondia, temiendo no llegase á los oidos de las despier- tas centinelas de nuestra Fe, habiendo declarado el caso á los se- ñores Inquisidores, le mandaron que la deshiciese y no pasase mas adelante, porque el vulgo ignorante no se escandalizase. Pero en la opinion de Don Quijote y de Sancho Panza la cabeza quedó por encantada y por respondona, mas á satisfaccion de Don Quijote que de Sancho¹. Los caballeros de la ciudad, por complacer à Don Antonio, y por agasajar á Don Quijote, y dar lugar á que descu- briese sus sandeces, ordenaron de correr sortija de allí á seis dias, que no tuvo efecto por la ocasion que se dirá adelante. Dióle na á Don Quijote de pasear la ciudad á la llana y á pié, temiendo que si iba á caballo, le habian de perseguir los mochachos, y así él y Sancho con otros dos criados que Don Antonio le dió, salieron á pasearse. Sucedió pues, que yendo por una calle, alzó los ojos Don Quijote y vió escrito sobre una puerta con letras muy gran- des: Aqui se imprimen libros; de lo que se contentó mucho, por- que hasta entonces no habia visto emprenta alguna, y deseaba sa- ber cómo fuese. Entró dentro con todo su acompañamiento, y vió tirar en una parte, corregir en otra, componer en esta, enmendar en aquella, y finalmente toda aquella máquina que en las impren- tas grandes se muestra. Llegábase Don Quijote á un cajon y pre- guntaba qué era aquello que allí se hacia, dábanle cuenta los ofi- ciales, admirábase y pasaba adelante. Llegó en otras á uno y pre- - guntóle, qué era lo que hacia. El oficial le respondió:-Señor, es- te caballero que aquí está (y enseñóle á un hombre de muy buen talle y parecer y de alguna gravedad) ha traducido un libro tosca- no en nuestra lengua castellana, y estoile yo componiendo para dar- le á la estampa.-¿Qué título tiene el libro? preguntó Don Quijote. A lo que el autor respondió:-Señor, el libro en toscano se lla-
1 Estas cabezas, estátuas, 6 simulacros fatales 6 fatidicos, se usaron en varios tiempos, y se tenian vulgarmente por obra de la mágia.
2 Así se lee en la edicion primera y en las demas; pero es sin duda un yerro de imprenta claro, en lugar de entre otros, como se diria en el original de Cervantes. |
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