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178 — BIBLIOTECA DE LA RISA.

porque el tunante tenia unas piernas, que difícilmente las alcazarian las varas de avellano.


La cortedad de genio.

Se presentó en una reunión de Madrid un caballero de provincia, y ya fuese por la diferencia de costumbres, cortedad de su genio ó falta de talento, lo cierto es que se quedó alelado sin acertar á hablar una palabra ni saber el medio de entrar en conversación con la persona que tenia á su lado. Por tonto que fuese no se escapó á su penetración el papel ridículo que principiaba á representar, procuró no pasar en él mas adelante, y haciendo un esfuerzo sobre sí mismo, se dirigió á la joven herniosa que estaba inmediata y le dijo:

— ¿Y está V. en estado interesante hace muchos meses?

— Caballero, V. debe estar loco, hace tres años que soy viuda.

— ¿De veras? contestó el joven aturdido; y queriendo enmendar su majadería añadió:

— i Ah! señora, perdón, yo creia que era V. soltera.


La cuenta cabal.

Un petardista decia á su amigo:

— Préstame seis duros.

— Solo tengo dos.

— Pues bien, dame esos dos y me deberás cuatro.

Pida V. pruebas.

Una joven quiso llevar por justicia á un hombre por haberla engañado; el abogado á quien consultó no encontraba pruebas suficientes para salir bien del paso: en su consecuencia se marchó muy triste. Al dia siguiente volvió, y con aire de triunfo le dijo:

— Señor, hé aquí otra prueba: me ha vuelto á