solidez que lo que supo adquirir con su gran trabajo pudo luego conservarlo sin el menor esfuerzo.
CAPÍTULO VII
DE LOS PRINCIPADOS NUEVOS QUE SE AD QUIEREN
CON FUERZAS AJENAS O INCIDENTES DE BUENA
FORTUNA.
Los particulares que llegan a príncipes por incidentes o acaecimientos de buena fortuna cuéstales poco trabajo subir, pero mucho mantenerse. Ascienden sin ningún obstáculo y llegan con presteza; pero, al llegar, empiezan las dificultades. Entre esos príncipes podemos contar a los que se da un principado o por dinero o por favor de quien lo otorga. De esta casta de príncipes fueron los que Darío, para su seguridad y fama, puso en Grecia al frente de las ciudades de la Jonia y del Helesponto; tales fueron los particulares que subieron al trono imperial de Roma empujados por la corrupción de la soldadesca. Estos tales no se mantienen sino por la voluntad y la fortuna de los que les elevan; voluntad y fortuna que son dos fundamentos instables y fugaces. Y no saben y no pueden sostener su rango: no saben, porque, si no son hombres de genio y hombres de valor, no es probable que sepan mandar, ya que siempre han vivido como particulares, y no pueden, porque carecen de fuerzas que les sean amigas y aliadas. Además, los Estados que se organizan