Ir al contenido

Página:El sombrero de tres picos (1874).pdf/66

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
61

quita.—En llegando esta hora, se queda dormido donde primero le coge, aunque sea en el borde de un precipicio...

—Pues mira... déjalo dormir...—exclamó el viejo corregidor, poniéndose más pálido de lo que ya era. Y tú, mi querida Frasquita, escúchame... oye... ven acá...

Siéntate aquí, á mi lado... Tengo muchas cosas que decirte....

—Ya estoy sentada,—respondió la molinera, agarrando una silla baja y plantándola delante del corregidor, á cortísima distancia de la suya.

Una vez que se hubo sentado, echó una pierna sobre la otra, inclinó el cuerpo hácia adelante, apoyó un codo sobre la rodilla cabalgadora, y la fresca y hermosa cara en una de sus manos; y así, con la cabeza un poco ladeada, la sonrisa en los labios, los cinco hoyos en actividad, y las serenas pupilas clavadas en el corregidor, aguardó la declaracion de su señoría.—Hubiera podido comparársela con Pamplona esperando un bombardeo.