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El execrable anatema llevando en la frente escrito,
Refugio busqué en la sombra para devorar mi afrenta.

VI

No hay mancha que siempre dure, ni culpa que perdonada
Deje de ser, si con llanto de contrición fué regada;
Así, cuando de la mia se borró el rastro infamante,
Como en el cielo se borra el de la estrella que pasa,
Pasé yo entre los mortales, como el pie sobre la brasa,
Sin volver atrás los ojos ni mirar hacia adelante.

Y a mi corazón le dije : «Si no es vano tu ardimiento
Y en ti el manantial rebosa del amor y el sentimiento,
Fuentes en donde el poeta apaga su sed divina,
Sé tú mi musa, y cantemos sin preguntarle á las gentes
Si aman las alegres trovas o los suspiros dolientes,
Si gustan del sol que nace o buscan al que declina.»