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Y terco impenitente, al que no olvida
El que puede olvidar;
Del rico el pobre en su interior maldice,
Cual si él rico no fuera si pudiese,
Y aquél siente hacia el pobre lo que el blanco
Hacia las razas inferiores siente.
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Justicia de los hombres, yo te busco,
Pero sólo te encuentro
En la palabra que tu nombre aplaude,
Mientras te niega tenazmente el hecho.
— ¡Y tú, dónde resides? — me pregunto
Con aflicción —, justicia de los cielos,
Cuando el pecado es obra de un instante
Y durará la expiación terrible
¡Mientras dure el infierno!