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VIRGILIO.


LX.

»Yo parto sin hablarla; ella, ¡ay! no sabe
Cuántos riesgos el hijo desafía!
Por la noche y tu diestra! que no cabe
En mí á su llanto resistencia impía;
Venciérame. Consuelo tú suave
Sé, y arrimo, á la pobre madre mía!
Si en tí fincar esta esperanza puedo,
Iré al peligro con mayor denuedo.»

LXI.

Con lágrimas responden de ternura
Los Troyanos presentes. Renovado
El recuerdo del padre, Ascanio apura
Su afecto en él; y el rostro hermoseado
Con llanto, dice: «En esta ardua aventura,
Euríalo, no temas resultado
Que á tan glorioso acometer no cuadre;
Sí, tu madre tambien será mi madre.

LXII.

»Llamárase Creusa, y madre fuera
Mia del todo: en cambio es madre tuya,
No pequeño renombre. Comoquiera
Que esta empresa magnánima concluya,
(Júrolo por mi vida, á la manera
Que ántes mi padre), ó ya te restituya,
Ó no, próspera suerte, honra no escasa.
Siempre daré á tu madre y á tu casa.»