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ENEIDA.


CXXXII.

Asi entónces le dió respuesta breve
El Señor del etéreo alcázar: «¿Plazo
Quieres mayor para el doncel que debe
Caer al fin bajo enemigo brazo?
Si eso te basta, no será que pruebe
Tu justo anhelo en mí duro rechazo:
Prófugo á Turno saca del combate,
Y que el golpe inminente se dilate.

CXXXIII.

»Y nada más: si á vueltas de tu ruego
Halagas encubierta confianza
De reprimir de la discordia el fuego
Y en los hados hacer total mudanza,
Hasta ese punto en mi poder no llego,
Y alimentas inútil esperanza.»
Tornó Juno, los ojos hechos fuente,
A hablar, y dijo así con voz doliente:

CXXXIV.

»¡Silo mismo, Señor, que áun no deparas
En voz expresa, el corazon queriendo
Lo acordase, y la vida aseguraras
Que hoy á Turno perdonas! ¡No que horrendo
Fin le espera inculpable! ¿Ó á las claras
Yo, de asustada, la verdad no entiendo?
¡Ojalá que me engañe, y dé tu Alteza
Rumbo mejor á lo que á ser empieza!»